Nunca debemos olvidar que no importa donde se presente la Virgen María, pues cualquiera de sus advocaciones la representa como nuestra eterna y pura madre. Sus diversas apariciones la han llevado a ser venerada tomando el nombre del lugar y del mensaje que en ese momento lleve.
En diversas épocas, nuestra madre amada ha hecho gala de su infinito amor, haciéndose presente vestida de distintas maneras, una de las más venerada ha sido como La Virgen del Carmen, cuyo nombre fue otorgado para hacer referencia al Monte Carmelo.
Orígenes de La Virgen del Carmen
Según el Primer Libro de los Reyes, este narra la historia del profeta Elías, el cual su país pasaba grandes penurias debido a una gran sequía que los estaba desolando, fue entonces cuando su rey le prometió a Dios que abandonaría sus cultos y sus creencias por el dios Baal, para que él con su mano todopoderosa diera punto final a tal situación.
Dicha petición fue exclamada en el Monte Carmelo, y en la séptima oportunidad de ello, a Elías se le mostró una gran señal que acudía a él desde el mar, en forma de una pequeña nube. Desde ese momento, las personas iniciaron su devota entrega en dicho lugar ubicado al norte del lago Galileo y cuyo hermoso nombre significa Jardín.
En el monte Carmelo fueron muchos los ermitaños que pasaron sus días rezando, y con el tiempo se les denominó Carmelitas, pues a través de sus oraciones y penitencias invocaban a María como La Santísima Virgen del Monte Carmelo.
Considerando el estilo de vida de los ermitaños que se encontraban en el Monte Carmelo como dignos de ser acogidos por la iglesia, se les sugirió ordenarse dando origen a la Orden Religiosa de los Padres Carmelitas a la que podían pertenecer tanto hombres como mujeres a los largo del mundo.
Más tarde, en el siglo XVI se reformaron los preceptos de la congregación reimpulsando sus originales reglas a manos de Santa Teresa de Jesús tomando la oración y clausura como estandarte, para luego difundirse en América.
Para 1690, las Carmelitas femeninas fundaron en Chile su primer monasterio denominado “El Carmen Alto de San José” en Santiago. Más tarde y debido a la gran cantidad de personas que deseaban ingresar por su vocación, se fundaron otros conventos de donde surgió la primera santa, Teresa de Jesús de Los Andes.
Un domingo 16 de junio de 1251, el Superior General de los Padres Carmelitas del convento de Cambridge se encontraba orando por su orden, cuando de pronto la Virgen María se le reveló con una indumentaria como la de su orden y con el Niño Jesús en su regazo sosteniendo un escapulario que le es entregado junto a estas palabras:
“Recibe hijo mío este Escapulario de tu orden,
que será de hoy en adelante señal de mi confraternidad,
privilegio para ti y para todos los que lo vistan.
Quien muriese con él, no padecerá el fuego eterno.
Es una señal de salvación,
amparo en los peligros del cuerpo y del alma,
alianza de paz y pacto sempiterno ”.
Dichas palabras serían usadas luego para incluirlas en la Novena de Nuestra Señora del Carmen.
Orar a la Virgen del Carmen en tiempos difíciles
«Amadísima madre Virgen del Carmen, son muchas las dificultades que en este momento me acongojan. De corazón te pido me ayudes. De todos esos enemigos del alma: madre santa sálvame de todo mal. Ilumíname ante mis desaciertos, mis dudas y penas. Te suplico me confórtes, ten misericordia ante mis enfermedades y fortaléceme.
Anímame cuando el desprecio toque mi puerta, defiéndeme de las tentaciones, tú que has sido vencedora. Cuando de ti necesite, consuélame y ámame con tu corazón maternal, pues solo tu puedes protegerme ahora y en la hora de mi muerte. Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén.»