Para que esta oración pueda alcanzar ser escuchada por nuestro Padre infinito, es necesario recurrir a ella en el momento en el que surja algún problema. Puede rezarse dedicada al triduo o quizás como un novenario, también podría ser por un tiempo indeterminado. Lo cierto es que, para rezarla y alcanzar la mayor bendición se deben haber recibido los sacramentos de la confesión y de la comunión.
Oración al Sagrado Corazón de Jesús milagrosa
«Oh amadísimo Jesús, tú que dijiste: todo aquel que pida con fe, recibirá y el que busca siempre encontrará, llama y se te abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre. En este momento me encuentro postrado ante tu suplicando que vuelvas tu mirada a este fiel servidor. Tus sabias palabras siempre me infundirán confianza, sobre todo ahora que más necesito de ti: (la oración debe ser en silencio al igual que el momento de solicitar el favor)
No tengo a nada más a quien pedir o recurrir sino a ti amado Padre cuyo corazón es fuente inagotable de grandes bendiciones, gracias y dones. No hay otro lugar donde acudir que no sea al tesoro de tu corazón, que es donde se pueden encontrar todas las riquezas que puede conceder la clemencia y generosidad divinas. Solo a ti puedo acudir, a las puertas de tu Corazón Sagrado, por medio del. Cual Dios se nos presenta y es exactamente por donde podemos ver a Dios.
En todo momento a ti acudimos, oh poderoso Corazón de Jesús, porque sólo en ti encontramos consuelo cuando nos encontramos afligidos o perseguidos para sentir protección; cuando nos encontramos abrumados por el propio peso de nuestra cruz y buscamos ayuda; también cuando nos embarga la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso los cuales nos impulsan a buscar alguna fuerza superior más allá de las fuerzas humanas.
En ti creo firmemente y tengo la seguridad de que puedes concederme la gracia que hoy te suplico, porque tu Misericordia y tu grandeza no tienen límites y porque confío en que tu Corazón compasivo siempre encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un verdadero motivo para ser escuchadas.
En este momento quiero que mi corazón se sienta lleno de la confianza con la que oró el centurión romano en favor de su criado; de esa confianza con la que oraron todas las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos quienes se acercaron a ti ya que sabían que tus oídos y tu Corazón siempre se encuentran abiertos para escuchar y remediar sus males.
Así padre celestial, hoy dejo en tus manos mi humilde petición, pues se que conoces bien las cosas, mejor que yo; pero si la gracia que te pido no puede ser concedida, se que me indicarás el camino y el cambio que mucho necesita mi alma; y con ello me concederás mirar de otra manera las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.
Acogida bajo tu sabio precepto sea cual sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús!
Amén.»
Para finalizar se reza un Padrenuestro, un Ave María, y un Gloria al Padre.
Y se repite tres veces:
«Sacratísimo Corazón de Jesús, en ti confío.»