Milagrosa Oración a Jesús Sacramentado
«Oh, Glorioso Jesús de mi corazón y de mi alma!. Hoy me encuentro ante ti rendido, confuso y arrepentido, de la misma manera como retornó el hijo pródigo a su casa junto a su padre. Hallándose tribulado y confundido de todo cuanto le rodeaba, recurriendo a Ti, buscándote, sólo encontrándote, encuentro mi propia paz.
!Oh Glorioso Jesús Tú, que acudiste tras la Samaritana; Tú, que no me abandonaste aunque mi alma se encontraba lejos de Ti, te pido no me apartes de tu presencia justo en este momento en que más te necesito.
Señor, en estos momentos de mi vida me encuentro acongojado y eso tú bien lo sabes, por lo que nada es de mi agrado en estos momentos, el mundo a mi alrededor lo siento desolado, en una total oscuridad, lo que me llena de inquietudes, deseo que mi corazón te encuentre pero no lo logro, mi alma te llama pero no halla respuesta por lo que mi dolor se acrecienta. Señor acude a mí, quiero encontrarme en tu presencia y en tu amor.
Mi camino hacia a ti no desfallecerá, ni lo alcanzará el desánimo. En estos momentos mis pensamientos me llevan a recordar cuando me buscabas y yo no quería recibirte. Aun cuando tu respuesta no llegue, me encontrare firme y esperanzado hasta que decidas tu llegada a mi vida, seas mi guia y mi refugio.
Jesús, tú que eres mi amigo comprensivo, amoroso, dulce y amado padre celestial, cuando el dolor invada mi corazón, cuando las personas que me rodean no se encuentren a mi lado y la soledad se apodere de mi, elevaré mis súplicas a ti para luchar y retomar nuevamente mis fuerzas para alcanzarte. Padre bueno, confia en mi y no permitas que me aparte ni un momento de tu presencia, siempre estaré en tu presencia, te llamare y cuando al fin te sienta en mi corazón disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Deseo que tu presencia me invada siempre, y que si en algún momento siento que te alejas, derramaré mis lágrimas hasta que vuelvas a posarte en mi. Déjame cumplirlo, desde este momento sale desde mi corazón, ya que sin ti nada soy, nada puedo, nada valgo. Tiendeme tu mano con tu ayuda para alcanzar lo que necesito. Hazme fuerte y con ello desafiaré las tempestades. Bríndame humildad, paciencia, gratitud y amor, porque si te amo de verdad, se que todas las virtudes vendrán en pos del amor.
Te pido de manera encarecida por mis seres queridos, se que tu los conoces, y sabes las necesidades que los alcanzan; ayúdalos con generosidad. Así mismo, acuérdate de los menos poseídos, de los huérfanos y los que no tienen familia, los que padecen enfermedades, y llama a ti a los débiles de alma. Ampara a todos tus hijos, Señor, ten misericordia de todos.
Ten benevolencia cuando acudo a ti, que siempre estoy a tu lado cuando otros no lo hacen pues a mi ha llegado tu gracia, que solo quiero alcanzar tu gloria, siempre amarte para que mi corazón rebose de amor y sienta la fortaleza.»